De segundo plato, unos pendientes para acompañar a un traje de flamenca con un azul tan especial que no casaba con nada. Si no puedes con el enemigo...únete a él. La única solución fue utilizar como complemento retales de la tela del vestido y jugar un poco con la imaginación. El resultado: un abalorio que dio mucho que hablar y que despertó muchas sonrisas hace unos cuantos rocíos.
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