La primavera no sólo la sangre altera...también altera nuestras rutinas sociales, porque vuelve la temporada de eventos y ceremonias, entre las que están, por supuesto, las comuniones.
Este año, por primera vez, he tenido que hacer frente -por fin- a una comunión de niño. Cualquier planteamiento de trabajo es un reto...pero realizar un trabajo para un niño, añade un plus especial al hecho de idear un proyecto.
Al final, huyendo de lo clásico y lo estrictamente religioso, pero sin abandonar elementos claramente identificativos de una comunión, llegué a este resultado. Espero que os guste.
Y ya sabéis...si queréis sorprender a alguien, pensad en la Bruxanovata.
No hay comentarios
Publicar un comentario
Cuéntame qué te ha parecido